miércoles, 20 de abril de 2016

Explorando Lo Incomprensible

Registros de enfermería.
Introducción. Cuidados invisibles - Cuidados ágrafos


  No han pasado ni 48 horas desde que terminó la III Reunión Internacional de Enfermería Grupo Aurora Mas en Zaragoza y rememorando las ponencias y comunicaciones que durante dos días se mosstraron, todas ellas en relación con los Registros Enfermeros, "Registramos o Cuidamos? era el lema, diversas cuestiones siguen manteniéndose en pie e insistiéndome por encontrarles una respuesta que sea, por lo menos, aplicable a nuestro ámbito asistencial local.

  Todos tenemos muy claras las funciones de los registros, sus objetivos asistenciales, la importancia del estudio de su historiografía, las posteriores extrapolaciones que realizamos con ellos, las distintas metodologías del registrar, etc. Podemos estar casi de acuerdo en todas y cada una de estas apreciaciones, incluso en las consideraciones sobre lo qué nos gusta y lo qué no nos gusta de los registros actuales, de lo necesaria que es nuestra participación en la construcción de dichos registros y de lo olvidados que nos sentimos cuando un nuevo software aparece... y ahí te las apañes! Pero, ay! rápidamente topamos con lo que por estas tierras llamamos "el moll de l'os" de los registros enfermeros, la fatídica pregunta



  Y es entonces cuando surgen las discrepancias, las disputas académico-utilitaristas, los apelativos a la falta de tiempo, a la carga de trabajo, los reduccionismos practicistas, las escapistas reivindicaciones a lo útil como única condición asistencial, los planteamientos univversalizadores de los talibánicos vigilantes del correcto registrar. Desde todos los ángulos del ámbito de lo teórico como del ámbito de la práctica cotidiana, se proyecta la esquizofrenia documental enfermera: unos y otros, perdemos el contacto con la realidad, creándonos posicionamientos ficticios que certifiquen nuestras reivindicaciones; se transforma la perspectiva porque se transsforma también nuestra personalidad cuando nos mudamos del mundo práctico al mundo teórico, y viceversa; y creemos como reales nuestras apreciaciones sobre el registro, las cuales no son más que alucinaciones, sensaciones subjetivass y falsas, parcialidades de un todo. Padecemos la presbicia de lo documental.
  Lo que surge aquí no es más que la pregunta que dirige su interrogación directamente a otro "moll de l'os", al "meollo" de la esencia enfermera
los cuidados 
  De nuevo aparecen las discrepancias, no ya por lo que podamos entender como "cuidados" en enfemería, lugar en el que todos, nuevamente, coincidiremos, sino por la división metafísica que de los cuidados hacemos. Hablamos de los cuidados en base a su manifestación, y los dividimos en dos categorías: los "cuidados visibles" y los 
"cuidados invisibles"
  Y sobre estos últimos situamos nuestra esencialidad. Más aún, de ello extrapolamos nuestra propia visibilidad o invisibilidad, tanto individual como colectiva. Y entonces, unimos ambos conceptos "registros" y "cuidados", afirmando la necesidad de registrar los cuidados invisibles para hacerlos/hacernos visibles. Pero una cosa (¡ay, si sólo fuera una!) no me queda clara:
  • no sé si partimos de una doble existencia primigénia tanto de "cuidados visibles" como de "cuidados invisibles" necesitando, estos últimos, del registro para poder corporeizarse y visibilizarse,
  • o de una única existencia monocromática de cuidados, que se vuelven invisibles ante la ausencia de su registro. 

  Es en este punto dónde vuelve a surgir la discrepancia.
Parece unánime la afirmación de la existencia de "cuidados invisibles". Y por tales se entienden aquellos cuidados que tienen que ver con la dimensión humana de la enfermería, que señalan a acciones intencionadas pero intangibles y, en principio, no registrables. Son todas aaquells acciones que se enmarcan dentro de la relación terapéutica paciente-profesional  en todas sus dimensiones, "fomento del autocuidado, relación de confianza/seguridad, apoyo emocional, tacto/escucha, confort, ética, respeto y presencia cuidadora"(1)

   Sinceramente, creo que ahí está el error. 
No existen tales cuidados invisibles. No existe el binomio de singularidad visible-invisible para los cuidados de enfermería. Nuestros cuidados pueden ser inherentes a nuestro rol o pueden ser delegados desde roles ajenos, pero ninguno de ellos posee la facultad de ser una existencia visible. Precisando más, los cuidados sólo son visibles en el momento en que son realizados, en ese corto espacio de tiempo en el que transcurre su acción; pero ninguno permanece, desaparecen en el mismo momento de su realización. Alguno de ellos deja leves trazas de su exigua existencia (alguien colocó este catéter, alguien realizó esta cura, alguien enseñó lo que el paciente sabe...) pero, aún así, el cuidado desaparece en términos de visibilidad.
  Y creo que también es un error afirmar que la esencia de enfermería se encuentra en esos supuestos cuidados invisibles, que son ellos los que nos caracterizan y nos dan la distancia profesional precisa frente a otras disciplinas, que es esa existencia la que se convierte en esencia. No. Todos los cuidados enfermeros confieren carácter a nuestro hacer, todos ellos son nuestra esencia. Esos llamados "cuidados invisibles" son particularidades, comportamientos, conductas, que están (o deberían estar) ya inmersas en todos y cada uno de los cuidados que la enfermera lleva a cabo.Y ¿quién, mejor que el enfermo, sabe de la visibilidad completa de todos nuestros actos? Para él, ninguna de nuestras acciones es invisible, todas ellas dejan poso, para bien o para mal. Una sonrisa, una buen práctica, un tacto cuidadoso, un trato respetuoso o el desparpajo de la juventud, un procedimiento doloroso, la fría cotidianeidad... todo deja un rastro en el paciente, nada le es invisible.

  Entonces, ¿qué es lo que le confiere a un cuidado el carácter de "invisible"? 
La accidentalidad de ser un cuidado ágrafo, un cuidado sin registro, ya sea en su totalidad o en su parcialidad. Cuando coloco un catéter periférico se presupone que daré las oportunas explicaciones al paciente, que le transmitiré seguridad, que minimizaré su ansiedad y que actuaré con la máxima habilidad posible. ¿Qué registro de todo ello? Sólo la realización técnica del procedimiento. Nada más. Ninguno de los aspectos señalados: transmisión de seguridad, uso de recuros que disninuyan su ansiedad, escucha activa, etc. El cuidado no se torna invisible, sino que es un cuidado parcialmente registrado. "Se coloca vía periférica" decimos en el mejor de los casos. Ni tan siquiera nos hacemos responsables de la acción, la impersonalizamos conn un "se". Y obviamos el registro de toda una parte de ese cuidado. El cuidado no se torna invisible, el cuidado es cuidado.
  Hagamos el ejercicio al contrario: imaginemos el mismo procedimiento, colocar un catéter, pero ahora con este registro: "se inicia antibioticoterapia. Informo al paciente del motivo de su administración, de sus efectos terapéuticos y de los posibles efectos secundarios. Refiere estar preocupado porque "ésto hará que me quede más días ingresado". Tranquilizo al paciente y le explico que no es necesario alargar su estancia ya que el ATB lo puede seguir tomando en su domiclio. Informo a la familia". Estamos de nuevo ante el registro parcial de un cuidado: no sabemos si se le ha puesto un catéter, lo intuímos, o si la administración es por vía oral, y desconocemos en todo caso su calibre, si ha sido dificultosa su colocación y en qué extremidad se le ha puesto. ¿Diríamos entonces que estamos ante un "cuidado inviisble"? No, nadie lo diría; es más, se afirmará que este registro es, cuanto menos, impecable. Pues no, no es un registro impecable, es un registro incompleto, parcial, que puede inducir a error
  
  Somos nostros quienes hacemos a partir del cuidado una subcategoría, la del "cuidado invisible", que surge al no registrarlo; somos nosotros quienes nos invisibilizamos (si existe tal palabra) pero no por acción sino por omisión. Insisto, no estamos ante cuidados invisibles; nunca fueron más visibles dichos cuidados para nuestros pacientes, pues con ellos ofrecemos un plus a la pura actuación terapéutica sanitaria, y esa es la razón de nuestra profesionalidad, dar más allá del puro actuar. 

  Somos nosotros quienes hacemos de los cuidados algo no tangible porque no ponemos su nombre por escrito, no perpetuamos su nombre. De ahí su invisibilidad. No estamos en la epoca de la oralidad, cuando todo era nombrado y, a través de su memorización, podía ser transmitido. Estamos en la época de la escritura; con ella inventamos signos para identificar lo nombrado; sólo lo que puede ser escrito permanece frente a lo dicho que se disuelve en la nada, en el olvido (2). La escritura nos ayuda a fijar lo hecho, lo pensado, lo vivido, perpetúa la existencia de las cosas. Sólo así es posible la historia. Sin registros, enfermería no tendría historia (y en parte, este es uno de los motivos de nuestro atraso como disciplinia de conocimiento frente a otras del mismo ámbito).  
Aquello que no está escrito nadie sabe que ha sido hecho.

  Desechemos el binomio nombre-adjetivo "Cuidados invisibles" y llamémoslos cuidados ágrafos o cuidados sin registro, sin más. Para que todos sepan lo que hacemos; porque verlo, lo ven. Otra cosa es que quieran reconocérnoslo...
  


(1) Huércanos Esparza I, Anguas Gracia A, Martínez Lozano F. El cuidado invisible como indicador de mejora de la calidad de los cuidados enfermeros.Tesela [Rev. Tesela] 2012. Disponible en www.index-f.com/tesela/ts11/ts1106.php
(2) Platón. Fedro. (Véase el mito de Thamus y Theuth )

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