sábado, 31 de octubre de 2015


Explorando Lo Incomprensible

Aportación a los 5 retos del #CódigoAbierto 


  Hace unos días, nuestro amigo Fernando en nuestraenfermeria.blog nos "impulsaba" a participar en la confección del Nuevo Código Deontológico de Enfermería 2.0 a traves de Los 5 Retos del #CódigoAbierto, retos ambiciosos pero factibles. Me comprometí a participar aún siendo "carne tierna" en este mundo 2.0. Y he aquí mi sincera aportación que, sin pretender ser innovadora, busca poder ser un incentivo para otras propuestas y, por qué no, un elemento que ofrezca al menos una pizca de utilidad.
    Tomando como partida los debates dentro del Foro #CódigoAbierto Enfermería 2.0 y, en particular,  el debate III Principios Generales de la Ética Profesional Enfermera en la web 2.0, paso al detalle de la propuesta:




Introducción
-  El Código Deontológico de Enfermería 2.0 tiene como objetivo marco velar porque el avance de la enfermería en el entorno web 2.0 esté en plena armonía con la dignidad del paciente y, por extensión, del ser humano. En este sentido, se dirige a todas aquellas decisiones de acción enfermeras sustentadas por el uso, acceso, procesamiento y almacenamiento de la informació en y a través de la web 2.0. Para que esto sea posible, nuestro Código Deontológico debe ser guiado por principios que permitan establecer, en relación al objetivo marco, valores para el acto de cuidar. Dichos principios no difieren de los principios de la bioética sino que, en su definición y contenido, los adapta al ámbito de la enfermería 2.0.
-  Los contenidos del Código Deontológico de Enfermería 2.0 se aplicarán por igual en todos los ámbitos en los que en la relación paciente-enfermera intervengan las Tecnologías de la Información y la Comunicación, y se regirá por las directrices y los artículos descritos en los Códigos Deontológicos correspondientes a los distintos Colegios Oficiales de Enfermería. En su defecto, se regirá por los principios clave del Código ético y Deontológico de la Enfermería Europea.

Principios fundamentales
  Son la base sobre la que fundamentar los elementos primeros de la vida moral, universalizables y aplicables a todos por igual, sin distinción de edad, estatus social, religión y sexo.

1. Principio de no-maleficencia. 
- El uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) en la relación paciente-enfermera debe perseguir la prevención de cualquier tipo de daño al paciente, primum non nocere (en primer lugar, no hacer daño), esto es, debe proteger su identidad en los parámetros que establezca la ley, garantizar su dignidad, su autonomía y sus derechos en cuanto a la confidencialidad, privacidad y seguridad de sus datos.

2. Principio de beneficencia. 
- Enfermería, en el uso de las TICs, buscará el beneficio terapéutico en su relación con los pacientes, comprometiéndose de forma activa con sus acciones, más allá de perseguir tan solo la prevención de un perjucio.
- La búsqueda de ese beneficio implica un dominio amplio de las TICs así como un conocimiento lo suficientemente completo para poder buscar, discernir, seleccionar y aplicar la mejor evidencia científica contenida en la esfera web 2.0.

3. Principio de autonomía. 
-  Enfermería, en el marco de la web 2.0, debe respetar los límites de la autodeterminación del paciente, debe proteger su libertad y preservar sus derechos y valores.
-  El paciente es el sujeto último de decisión y, por lo tanto, deben protegerse sus derechos. Él es quién, con su consentimiento,  hace posible la instauración de un proceso terapéutico. En el uso de las TiCs, tomadas éstas como elementos complementarios y transformadores de la terapéutica tradicional, no deben ser cruzadas las líneas limítrofes entre paciente y enfermera; el desarrollo de nuevas tecnologías y su aplicación en la relación terapéutica paciente-enfemera deben estar dirigidas por una metodologica que respete y proteja la autonomía del paciente.
-  El principio de autonomía exige la preexistencia del principio de beneficencia.

4. Principio de justícia 
-  La aplicación terapéutica de cualquier desarrollo creado desde las TICs debe ser libre, universal y equitativa, evitando y rechazando la discriminación por cuestiones económicas y/o sociales. Todo paciente tiene derecho a recibir, de forma equitativa, los recuros sanitarios facilitados por las TICs que estén a nuestro alcance, información, recursos tecnològicos, soluciones de control del riesgo, etc.
-  La equidad no debe ser entendida en términos economicistas, no debe superponerse la ética economicista-institucional a la ética asistencial. Tan sólo sería aceptable una vulneración de esa equidad cuando dicha vulneración produzca un beneficio mayor a un número mayor también de pacientes.
- De no ser posible la aplicación del principio de justicia prevalecería, condición sine qua non, el principio de beneficencia. 

  Estos principios son de aplicación universal en la relación paciente-enfermera en la que media la participación de cualquier aspecto relacionado con las TICs y el entorno web 2.0. Así mismo, dichos principios deben ser también exigidos y aplicados en la relación profesional enfermera-enfermera y  enfermera-otros profesionales.


 
   

lunes, 26 de octubre de 2015

Explorando Lo Incomprensible

¡Trabajando por romper lo Incomprensible en enfermería... y lo único que se rompa sea tu cara!
Subtítulo: "No hay más ciego que el que no quiere ver"

  ¡Bonito título, sí señor! Me ha quedado original. Transpira malaleche y a la vez desánimo y cansancio. Podría haber cambiado "cara" por "alma", el resultado sería el mismo e, intuyo, que más acertado. Pero así se queda.

   Hay que ir por partes. ¿De qué estamos hablando? De hacer comprender a los "terrícolas" que las enfermeras no somos de otro planeta, que somos como ellos; que poseemos conocimientos científicos y humanísticos específicos de nuestro rol profesional; que nuestra metodología también surge del método científico; que perseguimos la excelencia de nuestros cuidados siempre acompañados por la evidencia científica; que nuestra preocupación no es nuestro bienestar sino el de la persona/familia/comunidad enferma; que exigimos desplegar todas nuestras potencialidades sin muros de contención que nos compriman y nos impidan ser visibles... (Rellenad, cada uno de vosotros, los puntos suspensivos con lo que creáis oportuno, que seguro que sabéis de lo qué hablo). 

  Y no me olvido de decir que también estoy refiriéndome a nuestra visibilidad, esa visibilidad invisible como profesión. Aún hay quién se mueve entre ella, quién transita por los dominios de enfermería sin ver. No somos visibles porque una parte de nuestro colectivo no quiere ver, se niega a ver y, como Pedro, reniega una, dos y tres veces (las que sean necesarias) de todo aquello que nos puede hacer visibles realmente. Preferís deambular, caminar sin rumbo por caminos conocidos aunque ilógicos, caminos estables pero antinaturales. ¡Os cuesta tanto arriesgar! ¡Y algunos, estamos tan cansados de tener que justificar constantemente lo qué somos y cómo somos ante los demás y ante vosotros mismos! ¡Es tan cansado seguir viendo que, aunque me miras mientras hablo y me oyes, todavía no me escuchas! Y no se trata de quién tenga la razón o no, sino de ser capaces de dirigir nuestro esfuerzo hacia un objetivo común, pero un objetivo nuestro; un objetivo que es nuestra ouσía nuestra esencia, no un pseudo-objetivo, una fragmentación de lo que somos, una parcialidad que consiste en reducir nuestra esencia a mera actividad.

  En ocasiones, empleáis el lenguaje de forma que se adapte a lo que queréis decir, adulterando el sentido propio de las palabras. 
  • "Asistencial". Somos fundamentalmente asistenciales, decís, y con ello queréis indicar que, básicamente, enfermería es una disciplina del actuar. Y tenéis razón. En parte. Porque no sólo es del actuar; mejor aún, es del actuar pero no entendido con el sentido que le quereis dar. El "actuar" en enfermería ha de incluir el principio de "intencionalidad", no es un actuar inconsciente, involuntario, un actuar por actuar. A nuestro actuar le imprimimos intencionalidad, y ello significa proyecto y futuro. Es un actuar que tiene su origen en un pensar previo, un pensar crítico, que se dirige "intencionalmente" a la consecución de algo que está por suceder. Actúo con vistas a conseguir algo.
  El problema es que no somos conscientes de la intencionalidad de nuestra acción, actuamos no de forma  inconsciente sino que actuamos por inercia. Sigue existiendo el componente intencional pero formado a partir de un pensar automático, un pensar sobreentendido y que aceptamos sin más, sin someterlo a la crítica.
  Y como siempre, nos olvidamos de la transmisión de todo este proceso, nos olvidamos de que el hacer inexpresivo no es capaz de generar cambio, no es capaz de llegar por si solo a ese futuro que debería perseguir un actuar intencional. No creemos en la necesariedad del comunicar. Nos parece fútil y redundante. ¿Por qué he de hacer y, después, dejar constancia de aquello que he hecho?, decís. Yo priorizo, oigo más allá. 
  Sí, toda esta digresión surge como reacción a la negación de aceptar, como un componente más de nuestra ouσía, como un factor inseparable de nuestro ser asistencial (ahora sí, con pleno sentido), la expresión de nuestro proceso metodológico, de nuestro actuar intencional. Negación de aceptación del registro enfermero. 
  Fácilmente olvidable, definido como inútil, prescindible en alguna de las fases del proceso, relegado a la existencia del tiempo como excedente, repudiado, ignorado y , finalmente, considerado el elemento espúrio, bastardo, de nuesto rol y, por lo tanto, una carga que obligatoriamente hay que sobrellevar. Así es visto, mayoritariamente por nosotros (no nos engañemos) el registro de enfermería. Y, tanto es así, que ese desinterés por una de las herramientas que, entre otras cosas, nos permite ser visibles, inunda otros ámbitos profesionales y reproduce, con más acritud si cabe, todas y cada una de las características dichas al incio de este párrafo. Servicio médico, Sistemas Informáticos... ¿O acaso ignoráis el por qué los sistemas de Historias Clínicas Electrónicas tienen en tan poca consideración a los registros de enfermería? 
                                     No hay más ciego que el que no quiere ver
  Hasta aquí mi digresión. Algún día expondré detalladamente la respuesta a esta pregunta con la experiencia adquirida en la implantación de dos sistemas informáticos nuevos. 
 




 

martes, 20 de octubre de 2015

Explorando Lo Incomprensible

"Enfermérides no redondas"

Enferméride IV - Una ética del cuidado

File:Order of St. Olav, 1st class, Norway - National Museum of Finland - DSC04021.JPG  Su nombre es Kari Martinsen y es enfermera. Nació un día 20, justo el día que es hoy, motivo suficiente para recordarla. Y lo hizo en Oslo, Noruega, en el mes de enero de 1943. Tiene, entonces, 72 años, y aunque no ha recibido ningún premio Nobel sí que fué nombrada, en el 2011, Caballero de Primera Clase de la Orden de St. Olav, "por sus esfuerzos en el campo de la enfermería". 
  No sólo es enfermera, también es doctora en Filosofía. Y el hecho de poseer un espíritu inquieto la ha llevado, también, ha preocuparse por el estudio histórico de la Enfermería y de los condicionantes sociales que la rodean. Su actividad docente ha sido múltiple y variada, ejerciéndo en universidades de Dinamarca (Ärhus) y de Noruega (Oslo, Bergen,Tromso) entre otras.

  Enfermera, filósofa, estudiosa de la historia de la Filosofía... todo ello me llamó la atención y me situó como frente a un espejo, con toda la humildad del mundo eso sí, pero en el cuál veía reflejados mis intereses. Como ella, busqué (y busco aún) en la filosofía una explicación a las lagunas de nuestra profesión, a las dudas existenciales que me surgían como enfermera. ¿Por qué existen discrepancias entre las teorías, los ideales y los objetivos del cuidado enfermero y los resultados prácticos que obtenemos? ¿Cómo ha de ser nuestra profesión si queremos dar una atención adecuada a la situación de cada paciente? Martinsen se preguntaba también cuál era la condición de adecuación que debía cumplir enfermería si ésta se encontraba tan ligada a una ciencia en la que el paciente era visto como un objeto, una ciencia que objetivaba al paciente, lo "cosificaba" (idea a la que me referí en otra entrada anterior). Hoy hablamos de que el paciente ha de ser el centro de la atenión sanitaria, que debe participar activamente en el desarrollo de su recorrido terapéutico, que debe poder elegir libremente lo que crea más adecuado a su estado de salud. ¡Cuidado! No nos quedemos solamente con la idea, ya que podemos caer en una cosificación-objetivación aún mayor en este caso. No prediquemos sin fieles, convirtamos a los escépticos, movilicemos a los inmovilistas, hagamos realidad lo potencial pero sin idealizarlo.

Inquietudes:
  • Alejamiento de enfermería del paciente más dependiente
  • Desaparición del humanitarismo a causa del aumento de la técnica 
  • Delegación del cuidar, propio de enfermería, a favor de otras profesiones,
éstos eran también interrogantes planteados por Martinsen, y lo hacía en su libro Pleje uden omsorg? (Caring Without Care? de 1979. ¿Alguien duda de la actualidad de esos presupuestos? Hace ya tiempo del surgimiento de "avisadores" del componente de deshumnaización que se encuentra implícito en el aumento exponencial de la tecnología; del avance, pausado pero firme, de otras disciplinas médicas en ámbitos del cuidar, propios de enfeermería; de la preocupación de ciertos profesionales por traspasar, lícitamente, nadie lo duda, límites más allá del cuidar.
  La preocupación de Kari Martinsen iba más alá de la práctica enfermera. Sus planteamientos se ocupaban de aspectos filosóficos de la profesión, desde la existencia o no de una metafísica de la enfermería hasta la búsqueda de sus principios ontológicos. Estamos frente a una auténtica Filosofía enfermera, y como tal, compleja en su origen, desarrollo y evolución. Influencias de Marx, Merleau-Ponty, Heidegger, Ricoeur son citadas por diversos autores cuyas referencias son fáciles de encontrar, e incluso ella misma los incluye en sus obras. 
  Estamos ante una autora desconocida para la mayoría de enfermeras, pero que creo es fundamental para entender mejor cuál es el sentido de Enfermería. Recuerdo mis años de aprendizaje, durante la carrera (ha llovido bastante, más de 30 años), y qué extraño me parecía entonces el hecho de que existieran enfermeras teorizadoras de una profesión que, por ignorancia, creía que era puramente una profesión práctica. Los años también hacen que la acción, que durante la juventud irrumpe enérgica frente a todo lo demás, en la madurez ceda el paso a la reflexión. Es fundamental saber de dónde venimos para poder dirigirnos hacia dónde queremos ir. Y no podremos saber en qué dirección hemos de seguir sin conocer realmente el origen del cual partimos al inicio del viaje.
  
   ¿Y cuáles son, a grandes rasgos, las reflexiones que nos plantea Kari Martinsen? 
  1. Cuidar debe ser entendido como el prerrequisito básico en la vida de toda persona, permitiendo su desarrollo positivo.
  1. Tres aspectos del cuidar: su carácter relacional ("En el cuidar, el elemento más esencial es la relación entre las personas"), su carácter práctico (acción) y su caracter moral ("Para que el cuidado sea auténtico, ha de existir la relación con la otra persona a partir de una actitud que la reconozca en su particualr situación". Me temo que hemos perdido mucho de ese carácter relacional.
  1. El Bien es el mecanismo que conduce al cuidar.
  1. Aprendizaje y conocimiento enfermero como elementos indispensables para no convertir el cuidar en un mero sentimentalismo. El Bien no es el Bien religioso-espiritual sino el Bien procedente de la sinceridad, de la confianza, de la esperanza, de la compasión, del amor al prójimo. Es un Bien moral y su filosofía una ética del cuidar.
  1. Nuestra mirada es el elemento de mayor influencia en el cuidar.
  1. Hay que distinguir entre una "mirada registradora", clasificadora, sistematizadora de lo observado en el paciente, y una "mirada percibiente" donde el acto de percibir es sinónimo a comprensión, la persona cuidada y la persona que cuida se reconocen en ese acto de interacción, afectánddose mutuamente, "percibiendo" la existencia del otro en mi propia existencia; sensación y emoción interactúan. Ambas miradas han de estar vinculadas en toda filosofía de enfermería.
  2.  "Zona intocabble" o zona limítrofe. En el acto relacional entre cuidador y cuidado siempre debemos tener en cuenta la existencia de una cierta distancia que debe ser respetada, distancia que protege la relación  y nos peermite ser imparciales en el acto de cuiddar.
 Estas son algunas de las ideas expuestas por Kari Martinsen en sus obras, enfermera teorizadora de quién deberíamos conocer más a fondo todo su planteamiento filosófico enfermero; planteamiento no exento de críticas, como por ejemplo el carácter excesivamente altruísta de la noción de cuidado, la idealización extrema de enfermería y, también, la escasa importancia que atribuye Martinsen tanto a la investigación enfermera como a la necesidad de poseer sólidos conocimientos científicos. Pero como ella misma apunta en su libro Ojet og Kaldet (The Eye and the Call), contradiciendo estas críticas, nuestro quehacer orientado al individuo...

"exige un conocimiento profesional que permita ver al paciente como una persona que sufre y que, a la vez, proteja su integridad".
"Ya puedo oír las acusaciones de no ser profesional por no mantener una distancia suficiente con los pacientes (...) Pero ¿por qué estoy hablando como si fuera algo especial relacionarse con los pacientes como seres humanos? Porque realmente lo es".


domingo, 11 de octubre de 2015

Explorando Lo Incomprensible

Cubriéndo el expediente

  Me entristece ver la capacidad que tenemos de mentirnos a nosotros mismos, de hablar por hablar, de autoconvencernos con la prolífica verborrea que emitimos, sin escuchar, de hecho, nada de lo dicho. Porque si escucháramos bien atentamente cada una de las palabras que configuran nuestro discurso, nos daríamos cuenta de que el sinsentido y la estupidez se han adueñado de él. De vez en cuando nos ocurre, se apodera de nosotros un halo invisible y comenzamos a decir (¡eh! ¡pero convencidos!), una sarta de tonterías de tal calibre que deja a nuestro interlocutor sin palabras. Y salimos de ahí orgullosos, con la creencia de haber impuesto nuestro fabuloso punto de vista, nuestras fantásticas ideas, sobre los demás. Y por si fuera poco, en ocasiones, ese discurso falaz lo dejamos transcrito en una hoja de papel y lo exponemos ante todos para demostrar la gran idea que hemos tenido.
  ¿Por qué nos cuesta tanto admitir nuestras carencias? ¿Por qué intentamos, mediante giros linguísticos y discursos gandilocuentes, disfrazar la falta de conocimientos? Es más humilde y razonable decir claramente, "no lo sé", "ayúdame tú, que conoces el tema", "échame una mano con este proyecto, que hay puntos en él que no conozco"... No, preferimos
  • no comentar nada, no sea que se apropien de nuestra idea;
  • no comentar nada, para así demostrar que yo sí que tengo ideas y tú no;
  • no comentar nada, porque tú, que eres un mindundi, no tienes por qué entrometerte;
  • no comentar nada, porque si va mal nadie se entera;
  • no comentar nada, porque si funciona me llevaré, yo solo, los aplausos y tú quedarás en entredicho;
  • no comentar nada, porque está tan mal hecho que demostré que me importa muy poco el proyecto;
  • no comentar nada, porque ¡qué más da! si tan sólo lo hacemos para cubrir el expediente...    
  No voy a explicar el detonante de esta entrada, el motivo de mi indignación; cada uno que recurra a su experiencia, seguro que encuentra algun que otro caso. Es mejor dirigir el foco de atención hacia la conducta adecuada, hacia el polo equidistante de este y cualquier asunto, la mirada positiva. Y para ello, primeri deberíamos recordar cuál es el posicionamiento que debe adoptar quién, voluntariamente o no, es nombrado líder; tema que ya ha sido tratado en otros blogs, tanto de enfermería como de otras disciplinas, por lo que me limitaré a dar una opinión sobre el liderazgo y la  puesta en marcha de proyectos, desde mi objetiva subjetividad:
  • propón claramente tus ideas, pero ten en cuenta que no son las únicas, ni son inmutables
  • escucha a los demás, ellos participan del proyecto
  • sé capaz de discernir entre lo certero y lo falso, de revelar debilidades y fortalezas
  • ejerce tu poder sin recurrir al sometimiento ni a la grandilocuencia, sé honesto
  • sé tolerante con aquellos que siguen ideas contrarias a las tuyas; permíte que participen, tal vez sean más razonables en sus ideas
  • demuestra tus conocimientos y tu deseo de seguir adquiriendo conocimientos, demuesta tu destreza
  • construye de forma adecuada cada fase del proyecto, define sus objetivos, los procedimientos, sé capaz de aceptar los errores y de proponer nuevas ideas
  • cree en lo que propones y estimula con tu actitud a los demás, sé creíble y ejemplar
  • estimula su participación, detecta a otros líderes, impulsa sus potenciales
  • hazte responsable del fracaso
  • sé fiel al proyecto y evalúa los resultados; no dejes que la desidia, la aburrida cotidianeidad, paralice su desarrollo y se olvide el objetivo propuesto
  Ciertamente, me cuesta encontrar a líderes bajo estas características, aunque lo logro y no como únicos ejemplares de la especie. No obstante, afirmo con tristeza que existen en nuestro universo enfermero más individuos cuyo liderazgo es simplemente "posicional" que no líderes "reales", más líderes "metafísicos" que líderes "ontológicos". 
  Es por ello que creo en, y me aferro a, otro tipo de líderes, los líderes informales, cuya naturalidad y genuidad emerge sobre cualquier otra característica. Son ellos quiénes realmente hacen prosperar los proyectos, los propulsores de la acción, los poseedores de la psyché enfermera, el alma/aliento vital, motor de la esencia enfermera; y siempre desde el ámbito del anonimato, de la no exhibición personal, de la veracidad como emblema, és más, desde la ingenuidad y el desconocimiento de su liderazgo.


* Enlaces a  www.gestiondeenfermeria.com  (con el  permiso "apropiado") 



 

domingo, 4 de octubre de 2015

Explorando Lo Incomprensible 

"Enfermérides no redondas"
 
Enferméride III - La zona gris de enfermería


Primo Levi in the house of the maternal family( Luzzati family)
Primo Levi
  Podríamos decir que Primo Levi murió el año 1945, al final de la II Guerra Mundial, cuando fue liberado el campo Monowitz o Auschwitz III y cuyo 70 aniversario celebramos este año. Después de aquel mes de julio en el que se volvió a iniciar la vida en Alemania, y en buena parte de Europa, la de Levi se convirtió en un vergonzoso transcurrir en el que la escritura como terapèutica no fue suficiente para paliar el remordimiento y la culpabilidad de haber sobrevivido. Primo Levi murió oficialmente en 1987, porque quiso o por accidente, tanto da; pero le ocurrió mucho antes como hombre, en 1945

  En su Informe sobre Auschwitz. Informe sobre la organización higieniosanitaria del campo de concentración para judíos de Monowitz nos habla del criterio de selección, no ya de los hombres y mujeres que pasarán a formar parte de la zona gris previa asfixia por Zyclon B, sino de los médicos y enfermeras que de entre los deportados serán escogidos para ser el personal sanitario del hospital del campo. Así, nos dice:
"El personal era reclutado exclusivamente entre los mismos deportados. Los médicos eran escogidos, previo exámen, entre aquellos que, al entrar al Campo, habían declarado que eran licenciados en medicina, con prioridad sobre aquellos que dominaaban la lengua alemana o polaca. Sus servicios eran recompensados con un trato alimentario mejor y con ropa y calzados mejores. Los ayudantes y enfermeros eran escogidos, en cambio, sin ningún criterio de antecedentes profesionales: la mayoría eran individuos con muy buena presencia que obteníasn el cargo -naturalmente muy deseado- gracias a sus amistades y relaciones con médicos que ya ejercían o con directivos del Campo. Esto comportaba que, mientras los médicos mostraban en general una discreta competencia y un cierto grado de civismo, el personal auxiliar se distinguía por su ignoracia o menosprecio, de toda norma higiénica, terapéutica o humanística, llegando al extremo de comerciar con parte de la sopa y del pan destinados a los enfermos para obtener cigarrillos, piezas de ropa y otras cosas. Los enfermos eran golpeados a  menudo por faltas irrisorias (...) Generalmente, a los pocos minutos, el paciente perdía el equilibrio por el cansancio muscular y por la debilidad de su organismo y rodaba por el suelo, con gran diversión de los enfermeros que en círculo se burlaban ridiculizándolo."

  ¡Qué oscura fue el alma durante esa época! No es una imágen agradable la que Primo Levi expone de enfermería. Porque, ¿podemos hablar de "enfermeros" realmente? ¿O más bien de individuos que para sobrevivir en ese mundo deshumanizado eligen, dentro de sí mismos, lo único que les queda aún, la animalidad? Estamos ante lo opuesto al concepto enfermero, estamos frente a lo irracional o, mejor aún, ante la sinrazón de una época que hizo emerger la  parte oscura del ser. No, no son enfermeros realmente sino individuos forzados a serlo, individuos sin conocimientos específicos, sin deseos de compartir, sin deseos de ayudar, sin deseos de empatizar con el enfermo.
 
Boris Pahor
  Pero ésto, es un accidente dentro de la historia de la enfermería. Como también lo es el caso de Boris Pahor, autor de Necrópolis. Pahor se vió empujado también, como los individuos descritos por Primo Levi,  a ser enfermero en Dachau y ayudante del Dr. Franz Blaha, uno de los supervivientes que declaró en los Juicios de Nuremberg el 11 de enero de 1946. Pero a diferencia de los primeros, Pahor se centró en los enfermos:
 "Me concentré en el cuidado de los demás (...) Ayudaba junto a Leif* a los enfermos, y con la sensación de ser útil imprimía el sentido a mis gestos..."
  * Dr. Leif: médico noruego que establece amistad con Boris Pahor; esta amistad le permitirá a Pahor  poder acceder a la Revier, Enfermería del campo, llevando así una existencia más segura pero a la vez más culpable por el contacto continuado y directo con la muerte.

  Ninguno de los dos extremos pertenecen a nuestra historia, son accidentes en ella. Ninguno de estos 
personajes era enfermero de profesión, por tanto, nada les debemos como enfermeros, no así como seres humanos (en lo negativo y en lo positivo). Dice Imre Kertész, superviviente y autor de Un instante de silencio ante el paredón, entre otras obras,



Imre Kertesz in Berlin, 2006.
Credit Isolde Ohlbaum/Laif — Redux

"Nos espanta la facilidad con que los regímenes dictatoriales totalitarios disuelven la personalidad autónoma y con que el ser humano se convierte en pieza constituyente, sumisa y perfectamente ajustada del dinámico engranaje estatal. Nos llena de inseguridad y temor que en determinados tramos de la vida muchos seres humanos y hasta nosotros mismos nos convertimos en seres que nuestro ser racional, provisto de sentido común y moralidad burguesa, más tarde no puede ni quiere reconocer, con los que no puede ni quiere identificarse."


   Pero en esta parte de la historia de la humanidad, sí hay un componente que pertenece por derecho a nuestra historia como enfermeras, cuya naturaleza es incomprensible, vergonzante, inadmisible: la existencia de enfermeras y enfermeros que participaron activamente en poyectos de experimentación/eliminación de pacientes, como el proyecto Aktion T4 o el proyecto Lebensborn.

Enfermeras de la Cruz Roja jurando lealtad ante Hitler
  No hay nunca referencia alguna a esta parte oscura de nuestra profesión en la obras sobre historia de la enfermería.. En los manuales de historia encontramos, ejerciendo las actividades enfermeras, a esclavos (Grecia), monjes/monjas/cortesanas (edad media), caballeros (baja edad media), barberos/cirujanos (S. XVII-XVII), etc. Pero nunca encontramos la categoría de enfermeras/os asesinas/os. No estamos frente a individuos forzados a prostituir sus principios y valores a cambio de la supervivencia (quiénes somos nosotros para prejuzgar un compotamiento del que no estamos seguros de cómo actuaríamos ante las mismas ondiciones). Estamos frrente a personas que han elegido libremente una profesión humanística/científica cuyo uso sí es voluntariamente prostituído. ¿Cómo fue posible que hombres y mujeres, vulnerando su ética profesional, y amparados tras un uniforme, símbolo de protección, se convirtieran en asesinas/os y cómplices de asesinatos, cegadas/os por el discurso de un líder totalitario y genocida? Tristemente, hay múltiples ejemplos de ello, listas de enfermeras y enfermeros que en sus respectivos hospitales ejercían actividades, que no iban dirigidas a la protección del enfermo sino a aumentar su sufrimiento y exterminio, en ocasiones, en aras de la ciencia. No debemos ocultar este error histórico, esta humillación poco conocida de nuestra profesión. Pensemos que si existe un carácter negativo de la profesión, únicamente es posible como contraposición al verdadero carácter positivo de enfermería: cuidar, su horizonte. 
  Heinrich Ruoff es un ejemplo de esa mancha en nuestra historia. Como lo fue Irmgar Huber, su enfermera jefe. Y esta es una breve historia de nuestro pasado:

  A medio camino entre Frankfurt am Main i Bonn se encuentra Hadamar, una población de unos 12.000 habitantes, rodeada de extensos campos verdes. Hadamar tenía en 1940 un hospital para enfermeros mentales. No siempre fue así; desde 1883, fecha de su inauguración, hasta 1906 funcionó como correccional para presos. Desde ese año, su función cambió para convertirse en una institución psiquiátrica, hasta poco después de 1945.  Hoy, en su cementerio, hay un memorial por las víctimas de la eutanasia. ¿Qué ocurrió?
  Tenía 39 años Heinrich Ruoff cuando ingresó como enfermero en el hospital psiquiátrico de Hadamar. Fue en 1926. Poco a poco fue ascendiendo convirtiéndose en Oberpfleger (enfermero jefe) en 1938. Un año antes ingresó en el NSDAP, el partido nacionalsocialista alemán.
  Irmgar Huber, nacida en Hadamar, empezó a trabajar como enfermera en 1932, con 31 años, en el psiquiátrico de su ciudad. Antes de la década de los 40, ya era jefa de enfermeras. Coincidió con Ruoff.

 ¿Qué une a Heinrich y a Irngar? Ambos fueron juzgados por su participación en el exterminio de enfermos mentales, personas con taras físicas, con enfermedades hereditarias, asociales,... Hadamar fue una de las 6 instituciones elegidas para llevar a cabo el proyecto Aktion T4, el proyecto eutanasia. En 1940 el presidente del Land transformó el hospital psiquiátrico a las necesidades del proyecto, contruyendo 2 hornos crematorios y 1 cámara de gas. Los enfermos eran gaseados y sus curepos quemados en los hornos. A partir de 1942, y para evitar el uso de la cámara de gas, se introdujo la inyección letal como método de exterminio. Cuando los soldados estadounidenses liberaron el centro en 1945, el número de víctimas se calculó en casi 14.500. Y el del personal sanitario participante, unos 150.

  ¿Cuál fue el papel de ambos en el proyecto Aktion T4? 
  Durante el juicio realizado entre el 8 y el 15 de octubre de 1945, llamado Juicio Hadamar, Huber no pudo ser acusada de la muerte de ningún paciente; aún así, fue condenada a 25 años por su participación en la selección de los pacientes que iban a ser asesinados así como por la falsificación de los certificados de defunción,. En 1947 en un nuevo juicio sobre los hechos de Hadamar, se amplió a 8 años su condena. Fue puesta en libertad en 1952, tan sólo 6 años después, en virtud de los pactos contraídos durante el período de la Guerra Fría. Murió, insultantemente libre, en 1983, en Hadamar.
  Heinrich Ruoff fue acusado, junto a otros miembros del personal sanitario, de la muerte de alrededor de 400 personas de origen polaco y ruso. Junto a Irmgar Huber, participó en la falsificación de certificados de defunción y fue nombrado por varios testimonios, durante el juicio, como la persona que administraba las inyecciones letales bajo la escusa de inyectarles vacunas preventivas de enfermedades infecciosas. Le describían como un hombre brutal y sin corazón. Fue condenado a la horca, siendo ejecutada la sentencia un 15 de marzo de 1946.

   Este es también nuestro pasado, un episodio de la historia de nuestra profesión. No sólo en 1945 murió ya Primo Levi como hombre, sino una parte de nuestra esencia como enfermeras. Y cabe recordar sucesos como estos hoy, que presenciamos conflictos entre ciudadanos de un mismo país, guerras por ideologías mal conocidas, por sentimientos religiosos llevados a su máxima radicalidad; hoy, que hace 24 horas de la muerte, en Afganistán y a causa del bombardeo de un hospital por las fuerzas aéreas de EE.UU., de varios cooperantes sanitarios de Médicos Sin Fronteras. Cabe recordar todo ello para no ampliar esa mancha, esa "zona gris", recordar para no sucumbir al terror ni ser partícipes de él. Cabe recordar. De nuevo, Primo Levi:
"Sucedió, por lo tanto puede volver a pasar: esto es la esencia de lo que hemos de decir". 

Bibliografía:
- Levi, Primo. Informe sobre Auschwitz. Ellago Ediciones, 1ª edición, 2005. Castellón.
- Pahor, Boris. Necrópolis. Anagrama.1ª ed. mayo, 2010. Barcelona
- Kertész, Imre. Un instante de silencio ante el paredón. Herder. 2ª edición, 2012. Barcelona
- Rousset, David. El universo concentacionario. Anthropos. 1ª edición, 2004. Barcelona
- Planas, Rosa. Literatura i Holocaust. Lleonard Muntaner, Editor. Palma (Mallorca), 2006
- Owen, James. Nuremberg. Crítica. Baarcelona, 2007