martes, 28 de octubre de 2014

Reflexión nº8

Registros de enfermería - I 

Registro y Universidad

Primer documento escrito
Hoy he tenido la confirmación de un  hecho en el que siempre había creído desde hacía mucho tiempo, sin saber si existía, un hecho que no es tal, un no-hecho sería mejor decir. Y es que, esta mañana, durante una clase dada a cuaro estudiantes -¡cuatro! (asignatura optativa) sobre registros y TICs, a la pregunta de si creían que eran importantes los registros de enfermería y si así era el por qué entonces se dejaban sin cumplimentar para priorizar otras actividades o se cumplimentaban mal, la respuesta a la segunda pregunta ha sido múltiple: 
  • sí, son importantes y 
  • no, no se cumplimentan bien porque hay un exceso de trabajo, porque es una obligación y no se cree en ellos, porque nadie nos ha explicado la importancia de los registros y cómo se deben cumplimentar dsegún el ámbito en el que esté el paciente...
-¡¿Cómo?! No me creo que estéis en 4º y no os hayan hablado nunca de los registros, aunque sea  en cada asignatura  y sólo de los suyos propios. ¿Seguro que no?
  Pues NO. Afirmaban tajantemente que nadie les había explicado nunca nada sobre registros enfermeros.

  Aunque sigue pareciéndome increíble lo que dijeron, fue entonces cuando comencé a entender, quizás, el origen de alguno de los problemas de nuestra profesión: la pobre imágen que damos, el por qué practicamos un inconsciente y velado sometimiento a otras disciplinas, la invisibilidad de nuestras actividades y la pobre visibilidad/credibilidad que ofrecemos a terceros, la disminución de ratios en función de la actividad ¿realizada/registrada?, las vueltas de tuerca constantes sobre nuestra capacidad de trabajo... Quizás pueda parecer exagerado focalizarlo todo en los registros, pero algo me dice que mucho, muy mucho, tienen que ver en ello.
  Como complemento, hoy he vuelto a dar otra charla sobre un nuevo registro, esta vez a enfermeras consolidadas. Muy buena predisposición, gran aportación de sugerencias, cambios, mejoras, pero... sigue primando la idea anecdótica de los registros, como algo accidental, secundario, fácilmente olvidable si así me lo requiere la falta de tiempo. Y sí: el paciente es lo primero; pero nadie podrá negar nunca que registrar nuestra actividad con él es el primcipal mecanismo para su seguridad. Si no, ¿cómo sabe X que le he administrado tal cosa a las tantas; que se anula tal prueba/IQ/etc.; que no he podido hablar con la familia para tranquilizarlos? Y no creo que haga falta entrar en más detalles.

Para poder corroborar que no era una boutade, una broma de mal gusto, me he entretenido en buscar los planes de estudio de diversas universidades de nuestro país y ver en cuál de ellas existe una asignatura sobre registros o parecida. Los resultado son éstos:
  • Cádiz: 1º curso asignatura "Administración de los servicios de enfermería"
  • Valladolid:  2º curso asignatura "Fundamentots metodológicos de enfermería"
  • Granada: 2º curso asignatura "Fundamentos de enfermería"
  • Cantabria: 3º cuso asignatura "Enfermería clínica III"
  • Barcelona: 4º asignatura "Registros clínicos avanzados. Informatización"
  • Barcelona: 2º Tema dentro de un Módulo de la assignatura "Bases metodológicas de enfermería"
   Creo que no hace falta que siga. Probalemente no será una reflexión del agrado académico, pero creo que en lo poco que he buscado puede verse la falta de uniformidad respecto al tema expuesto. Es cierto, tengo poco conocimieneto del campo académico pero, insisto, me llama la atención esta falta de cohesión. Aquí queda dicho.



domingo, 26 de octubre de 2014

Yo también estoy con #VisibilidadEnfermera

¡Mi apoyo incondicional con la campaña que habéis iniciado! ¡Firmemos todos!


miércoles, 22 de octubre de 2014

Reflexión nº 7

Enfermería como imperativo categórico

¿Qué es un imperativo? Un imperativo es un mandamiento ético, una ley moral presentada como regla práctica que la razón impone a la voluntad. Esta es la noción de imperativo que propuso Immanuel Kant en su libro "Fundamentación de la metafísica de las costumbres". Y distinguía entre 2 tipos de imperativos:

- Imperativo hipotético o condicional: en él, los mandamientos de la razón están condicionados por los fines que se quieren alcanzar, representan la necesidad práctica de una acción como medio para conseguir otra cosa. Es un imperativo técnico o pragmático. Ej: "Actúa de tal manera, o haz tal cosa, si quieres conseguir tal objetivo".
- Imperativo categórico o absoluto: los mandamientos de la razón no están condicionados por ningún fin, de modo que la acción se realiza sin buscar un objetivo, por sí misma, es un bien en sí misma. Es un imperativo moral. Ej: "Sé justo". No estamos ante un ejercicio libre de la voluntad, sino a un mandamiento de la razón que no está supeditado por un objetivo último.

¿Y cuál es el nexo común entre estos dos términos y enfermería? 

Os planteo mi reflexión. En entradas anteriores he hablado de la invisibilidad de enfermería, de la enfermería como sombra, de enfermería como imagen distorsionada, de enfermería como auto-eclipse. He hecho referencia en dichas entradas a los "cuidados invisibles" y a los "profesionales invisibles". He definido a enfermería como a la "invisibilidad de lo visible", como al árbol que no deja ver el bosque. Y aquí entronco con la idea de imperativo: ¿qué imperativos posee nuestra profesión?  ¿Hipotéticos o categóricos? Es evidente que los dos.  Los imperativos hipotéticos son aquellos que nos hacen actuar de acuerdo a unos objetivos, son los imperativos dirigidos a la "resolución de problemas"; nuestros diagnósticos de  independencia, nuestros diagnósticos de autonomía y nuestros problemas de colaboración se encuentran regidos bajo estos imperativos.
  Y ¿el imperativo categórico? Es el que dirige nuestros cuidados invisibles, el que sustenta en sí todas nuestras acciones no evidentes, no visibles, no registrables, no computables. Kant lo define de varias formas, entre ellas,
"Obra como si la máxima de tu acción debiera convertirse por tu voluntad en ley universal de la Naturaleza"
"Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre a la vez como un fin, nunca simplemente como un medio"
 Este imperativo categórico es la singularidad que presenta enfermería. Si recordáis, "visible" según la RAE era "que podía ser visto", "tan cierto que no admite duda" y "que llama la atención por alguna singularidad". Esta singularidad categórica es la esencia intrínseca de enfermería, cuya "autonomía de la voluntad" será el principio supremo del imperativo categórico. Sólo porque enfermería es autónoma es posible esta singularidad en sí misma. Cuando enfermería sólo se sustenta, sólo se preocupa, sólo dirige su mirada a los imperativos hipotéticos o condicionales, enfermería se hace visible de forma no deseada, incompleta, distorsionada. Sólo mediante el imperativo categórico, mediante su singularidad, enfermería será vista.

"Que cada cual encuentre la propia virtud, su propio imperativo categórico"  Nietzsche

 

domingo, 19 de octubre de 2014

Reflexión nº 6

La invisibiliddad de lo visible - IV

Enfermería como auto-eclipse

 
René Magritte - "Toda lo visible esconde algo invisible"

 En la anterior entrada situé a enfermería frente a un espejo, en el que se reflejaba su pseudoimagen y detallé
lo que ésta significaba de visibilidad e invisibilidad. Soy consciente de que la idea que pretendía exponer no fue del todo clara, por eso intentaré dilucidarla en esta nueva reflexión.


  La imagen que refleja enfermería puede ser de tres tipos, dependiendo de quién sea el observador:
  • Nuestra propia imagen, no dubitativa, asistencial, académica, investigadora. La imagen que nos devuelve el espejo de tanto y tanto mirarnos. Nos miramos constantemente para ver lo qué somos y cómo somos, nos embelesamos con nuestra imagen. Pero, como dije, esta imagen no es real, ninguna imagen es real sino únicamenete proyección, sólo es real el sujeto que mira, un sujeto que no sabe como hacerse visible. Por tanto, esta visibilidad que transmite la imagen reflejada es una visibilidad no real, es una visibilidad incompleta.
  • La segunda imagen tiene dos observadores, nosotros y el otro (el paciente, el colectivo, la sociedad). Frente al espejo seguimos situándonos nosotros pero, esta vez, la imagen que nos devuelve se distorsiona por nuestra falta de actitud, de conocimientos, de empatía hacia el otro que nos observa. Estamos frente a otra visibilidad que, como la anterior, no patentiza nuestra verdadera esencia, no la hace evidente. Y el observador, observa y recibe esta imagen distorsionada, la visibiliza.
  • Por último está la no-imagen, el reverso de nuestro verdadero yo. El cuadro de Magritte mostrraba esta idea: quien se observa en el espejo, el yo/nosotros, no es capaz de verse a sí mismo sino a su reverso, el mismo reverso que ve un observador exterior, el otro. Lo real es invisible.
¿Por qué de esta distorsión y de esta imagen imposible? Factores como el ansia de apoderarnos de áreas temáticas pertenecientes al ámbito médico, la nueva estructura de nuestro campo competencial, los nuevos roles, la emergencia de la enfermería de práctica avanzada, la dilución de las líneas fronterizas con otras disciplinas; y, por otro lado, el mantenernos anclados en la idea humanística de la enfermería, la enfatización de los valores tradiicionales de la enfermería, el aislamiento consciente en un status disciplinar independiente de otras profesiones, el seguir manteniendo la "centralidad radical del cuidado (...) en la ideología enfermera" como dice Hernández Yáñez; todos estos factores ejercen, conjuntamente, algún tipo de influencia en esta pobre imagen de la enfermería.
  Candela Bonill se pregunta "¿Cuidados invisibles o profesionales invvisibles?". Mi propuesta es "¿Enfermería invisible o profesionales invisibles?". Y es aquí donde inserto la idea de enfermería como auto-eclipse. No lo dudéis, nadie más que vosotros, que nosotros, que yo, soy/somos el/los responsables de nuestra imagen, de nuestra no-imagen. Rodríguez  y Brito opinan que "la imagen de la enfermera, de la enfermería, se construye a través de lo que proyecta la propia enfermería". Sí, estoy de acuerdo, y es por ello que debemos salir del auto-eclipse que nos provoca nuestra propia profesión a través de todos los factores antes expuestos, no orbitemos alrededor de sus demandas, rompamos el espejo que proyecta nuestra imágen actual y miremos cara a cara al otro, al paciente. ¡Que sea él nuestra órbita!. Sólo así percibirá, "perci-verá", nuestro auténtico rostro.
                         
                                                                                 


 

sábado, 18 de octubre de 2014

Reflexión nº 5

La invisibilidad de lo visible - II

El espejo enfermero 


"No te muevas tanto para hacerte visisble.
Porque lo que un día puede ser visible de ti,
normalmente es lo que ahora es tu invisibilidad".

 Vergilio Ferrreira  -  Pensar



  
¿A qué nos referimos con invisibilidad de lo visible? Veamos las definiciones de la RAE:
Visibilidad (Del lat. visibilïtas, -ätis).
1. f. Cualidad de visible.
2. f. Mayor o menor distancia a que, según las condiciones atmosféricas, pueden reconocerse o verse los objetos. 
Visible (Del lat. visibïlis).
1. adj. Que se puede ver.
2. adj. Tan cierto y evidente que no admite duda.   
3. adj. Dicho de una persona notable y que llama la atención por alguna singularidad. 
Invisibilidad ( Del lat. invisibilïtas, -ätis).
1. f. Cualidad de invisible.                                  
Invisible (Del lat. invisibïlis).
1. adj. Que no puede ser visto.                          
2. adj. Que rehúye ser visto.

Así pues, cuando decimos
1. que enfermería debe ser visible estamos diciendo que "ha de poder ser vista", que "ha de ser evidente" y "ha de poseer alguna singularidad que llame la atención", es decir, la enfermería que todos nosotros, enfermeras, sabemos y conocemos: la enfermería académica, la de las jornadas y los congresos, la enfermería investigadora, la que avanza hacia posiciones hasta ahora ajenas y, como no, la enfermería que todos decimos que hacemos, la enfermería cotidiana, evidente y singular.
2. Pero también hay otra enfermeria visible que es aquella que mostramos con desidia, sin interés, la enfermería indiferente y anodina, la enfermería cansada, aburrida, la que se esconde voluntariamente en un espacio de comodiad, la enfermería indiferente a lo que ocurra a su alrededor.

  Y luego está la enfermería invisible, que lo es porque "no puede ser vista" y "no quiere -inconscientemente, añado yo- ser vista": esta es aquella enfermería que hemos perdido poco a poco en nuestro largo caminar, la enfermeria de los sentimientos, del consuelo, la enfermería ética, la de la motivación, la educacional, la de la escucha activa, la no registrable ni medible, la no comprobable.
  Pero aún hay otra variable: la mirada. ¿Quién es el sujeto que con su mirada hace emerger un tipo u otro de visibilidad? Dos, son los puntos de vista de donde parte esta mirada: un yo/nosotros y un el otro.

Enfermería invisible
 La mirada frente al espejo del yo/nosotros nos da una imágen de nosotros mismo, en ocasiones  distorsionada, pero una imágen que no es real, puesto que ninguna imágen lo es: sólo quien está frente a esa imágen es real. Y es real en su todo.
  La mirada del otro a nuestro yo/nosotros frente al espejo, sólo ve de nosotros nuestro reverso, no puede ver nuestro sujeto real, nuestro verdadero rostro; somos invisibles: Este es nuestro reto, mostrar nuestro yo/nosotros completo, nuestro anverso y nuestro reverso. Sólo así seremos plenamentee visibles para el otro y para nosotros mismos. Por desgracia, simepre habrá ocasiones en las que aparecerá furtivamente la visibilidad indeseable del punto 2. Pero nuestro esfuerzo debe ir enfocado a mostrar nuestro Todo al completo.

Origen de la mirada
Espejo
Objeto mirado
Imagen reflejada
Enfermería
Yo/Nosotros
Yo/Nosotros
Anverso
Visible
Yo/Nosotros-El otro
Anverso distorsionado Reverso
El otro
Reverso
Invisible


jueves, 9 de octubre de 2014

Reflexión nº 4

Hablemos de personajes...

(...) Eso demuestra que, para que te consideren razonable, nada mejor que tener una cara muy dura. Cuando tienes la cara bien dura, es bastante, entonces casi todo te está permitido, absolutamente todo, tienes a la mayoría de tu parte y la mayoría es quien decreta lo que es locura y lo que no lo es.
Louis-Ferdinand Céline - Viaje al final de la noche

(...) Alguna vez me avasalla la mentira (...), cuando me bombardea desde todos lados, cuando son pocas, cada vez menos, las personas de mi alrededor que la ponen en entredicho, y al final ya nadie duda de ella.
(...) la propaganda reconocida como mentira y fanfarronada sigue surtiendo su efecto si se tiene la cara dura de continuar practicándola sin inmutarse (...)
Victor Klemperer -  La lengua del Tercer Reich

    Me han venido a la memoria estos dos fragmentos, ¡cómo es el cerebro!¿Qué sistema de asociaciones se produce, que hace que uno recuerde frases oídas o leídas hace tiempo? ¿Casualidad? ¿O simple reflejo de la realidad que te rodea? Cuántas veces al ver un paisaje o al vivir una experiencia, una conversación, conocer a alguien, decimos "esto me recuerda a..." y rápidamente nuestra mente se pone a trabajar, con gran esfuerzo a veces, para extraer de nuestro "disco duro" aquel recuerdo. Pero, no, esta vez me ha resultado muy fácil.

-"Ya, ya, pero ¿a cuento de qué viene todo esto?"-

  ¡Un momeeento! Pensad un poco y ya me diréis si no hay personajes en vuestros entornos laborales como los que retratan estos fragmentos, personajes en los que "parecer razonable" y "ser cara-duras" se asocian y van de la mano en ellos, en los que la mentira es su silueta y saben cómo venderla. Sí, pensad, pensad. ¿Será él, o tal vez ella...? Seguro que encontraréis a alguien (no, tantos no, ¡por favor!) Y qué tedioso és tener que darles la razón a estos dos escritores cuando aciertan en decir que la mayoría está con ellos, que nadie duda de sus "mentiras". 

  En fin, esta reflexión ha sido una digresión de mi pensamiento habitual. 
  Aún así, ¡estad atentos!, algo está pasando. Cada vez están apareciendo más personajes como el retratado en los textos, con sus mentiras embaucadoras. Y si no, ya me diréis qué son  todos estos personajillos que estan apareciendo en los medios de comunicación, cara-duras y mentirosos embaucadores, dando "explicaciones" sobre el contagio de la ¿auxiliar? ¿enfermera? (¡hay qué ver!) por el ébola y... encima ¡culpabilizada de su contagio! (¿véis? otro aspecto de nuestra visible invisibilidad. Este aspecto lo tocaremos en otra reflexión). ¡Dádle lo necesario para poder trabajar en condiciones, materiales en buen estado, preparación necesaria ante lo inhabitual, dos manos más que la apoyen... oño! En fin, para qué decir más. Ya lo véis, "personajillos" haberlos haylos, que decía aquél. ¡Adelante: hagamos lo posbile por desenmascararlos! 

¿De qué te sirve la inteligencia si no tienes inteligencia para usarla con inteligencia?
Vergilio Ferreira - Pensar


martes, 7 de octubre de 2014

Reflexión nº 3 

Civilizar la muerte 

Hoy aparco unos días el tema de la invisibilidad enferrmera para reflexionar sobre la muerte en nuestros hospitales. 

   Cuando hablamos de la muerte hablamos de una cesación, de un "dejar de ser", de pasar de "ser real" a "ser mortal" sin que ello signifique que esa cesación sea completa, pues  persistirán en el tiempo los lazos invisibles de nuestra naturaleza como ser. 
   La muerte, la propia muerte, es irreductible e intransferible; es "mi muerte" y, por lo tanto, no es un accidente absurdo en el proceso de la vida, sino la culminación de ésta, el momento que le da sentido, que otorga al pasado su verdadero valor, el momento más íntimo de la persona. Y es en esta intimidad en la que toda persona quiere morir: en la intimidad de su yo; en la intimidad del acompañamiento de quien le rodea; en la intimidad de su espacio vital, de sus recuerdos, de su mundo y de sus objetos.
   1. Todo esto se pierde cuando la muerte se produce en un entorno hostil, como es el de nuestros hospitales: la persona se ve apartada de su intimidad, ha de "desnudarse" ante la compañía de desconocidos, ha de sufrir la violencia de lo evitable y el dolor de acciones inútiles. Nos encarnizamos bajo la frase "haremos todo lo posible" sin entender que no existe ya "posibilidad" sino "realidad" y "necesidad": realidad del ser que cesa y necesidad de esa cesación, de la muerte de ese ser. Nos obstinamos en prolongar lo improrrogable, lo inaplazable y además lo hacemos ensañándonos con el ser que se dispone a morir. en el fondo, de lo que estoy hablando no es de un "dejar morir" sino de un "ayudar a morir". ¿De qué os sirve saber cómo actúa ese fármaco en mi sangre, si para ello he de sufrir?¿De qué os sirve saber cómo ha crecido mi otro yo dentro de mí, si para ello he de sufrir? ¿De qué os sirve intentar saber lo que nunca llegáis a saber, si para ello he de sufrir? 
 
    2.¿Por qué nos empeñamos en negarnos a nosotros mismos la única decisión libre que nos és permitida en esta vida? ¿Continuar o no con mi vida? ¿Por qué quién elige es otro por mí? ¿Por qué nuestra decisión, a veces, lo és en función de los que nos rodean? ¿Dónde esta mi libertad para decidir? ¿Quién me ayudará en la decisión?
  
3. Civilicemos la muerte. Civilicemos el acto de morir. Mira a tu paciente moribundo y piensa que está en su tiempo de morir. Respeta su intimidad. No actúes como si de otro paciente se tratara. 



"...¿Por qué la muerte humana sigue pareciéndose todavía a la muerte animal? ¿Por qué nuestras agonías son tan solitarias y tan primitivas? ¿Por qué no habéis logrado civilizar a la muerte?  Y pensar que esta cosa tan terrorífica que és la agonía reina entre nosotros tan salvaje como en los primeros días de la creación. ¡No se ha hecho nada en su contra en el curso de milenios, és un tabú salvaje que no se ha tocado siquiera! Tenemos la televisión y usamos mantas eléctricass, pero seguimos muriendo salvajemente (...) Reclamo unas Casas de la Muerte donde cada uno tuviera a su disposición medios modernos que facilitasen su partida. Donde se pudiese morir cómodamente sin necesidad de tirarse debajo de un tren o colgarse de un picaporte. Donde un hombre cansado, estropeado, acabado, pudiera entregarse a los brazos amistosos de un especialista que le asegurase una muerte sin tormento ni vergüenza.
¿Por qué no?, pregunto, ¿por qué no? ¿Quién os impide civilizar a la muerte? ¿La religión? Ah, esa religión... que hoy prohíbe el suicidio, ayer prohibía no menos ruidosamente los analgésicos y anteayer permitía el tráfico de esclavos y perseguía a Copérnico y Galileo (...)

El chantaje contenido en la obstaculización artificial de la muerte es una canallada que atenta contra la más valiosa de las libertades humanas. Porque mi libertad suprema consiste en que a cada instante me puedo hacer la pregunta de Hamlet: "¿ser o no ser?", y contestarla libremente. Esta vida a la que estoy condenado puede pisotearme y denigrarme con la crueldad de una bestia salvaje, pero hay en mí un dispositivo maravilloso y soberano: puedo privarme a mí mismo de la vida. Si quiero, puedo no vivir. Yo no he pedido venir al mundo pero al menos me queda el derecho de marcharme..., y éste es el fundamento de mi libertad. Y también de mi dignidad (porque vivir con dignidad quiere decir vivir voluntariamente). Pero el derecho fundamental del hombre a la muerte -que és uno de los que deberían figurar en las constituciones-, ha sufrido una confiscacón paulatina e imperceptible; por si acaso lo habéis organizado todo de manera que morir sea lo más difícil posible... y lo más terrible..., que sea más difícil y más terrible de lo que debería ser dado el nivel actual de la técnica. (...)"
                                             Witold Gombrowicz. Diario (1953 - 1969)

  

miércoles, 1 de octubre de 2014

Reflexión nº 2

La invisibilidad de lo visible - I

Enfermería como sombra

  Es evidente, había que llegar aquí, todo se dirige al mismo punto: ¿por qué somos, a la vez, tan visibles y tan invisibles? ¿Por qué aquello que nos hace visibles, aquí y ahora, no traduce la esencia de nuestra profesión sino más bien muestra la falsa zona de nuestro actuar? Y mientras tanto, lo esencial, permanece oculto, lo real intercambia su lugar con la proyección de su sombra. Y eso es lo que ahora somos, la sombra distorsionada de una realidad.

  Esto sólo es el principio. Aunque se hayan dicho miles y miles de palabras sobre el tema, escrito artículos hasta la saciedad, creo que todavía hay espacio para la reflexión. El problema sigue estando ahí y, de vez en cuando, nos sacude con violencia, como hizo ayer el siguiente párrafo de uno de mis escritores favoritos, Julio Ramón Ribeyro en "Prosas apátridas":
La vida se nos da y se nos quita, pero hay momentos en que la merecemos, quiero decir que depende de nosotros que continúe o cese. Y esto lo digo al recordar aquella noche atroz en el hospital, en la cual lloraba desamparado sintiéndome perdido y sin ningún socorro posible, pues hacía días que no dormía, mi cuerpo se evaporabba en la transpiración, tubos y sondas me salían de la nariz, de la boca, el recto, la uretra, la vena, el tórax. Deseaba que me borraran todo y antes que nada mi propio sufrimiento. Una enfermera vino a protestar por mis gritos y destempladamente me hizo callar. Como los enfermos se vuelven niños, la obedecí y quedé flotando en el silencio nocturno. De pronto vi por la ventana que comenzaba a amanecer y escuché muy tenuemente el canto de los pájaros(...) (Fragmento 141)

Los hospitales son los puestos fronterizos por donde se canaliza el tránsito entre la vida y la muerte. Por la gran puerta de la fachada entran y salen los vivos, Pero hay una puerta discreta, vergonzante, por donde se despide disimuldamente a los muertos. Médicos, cirujanos, anestesistas, son los administradores omnipotentes del Más Allá. Pero hay también funcionarios menores que deciden lo irreparable, tales las enfermeras que olvidan renovar una transfusión o que no acuden en el momento preciso que el paciente necesitaba la pastilla o simplemente la palabra capaz de retenerle en su última caída (...) (Fragmento 125) 
Sí, esta es una de las caras de la "visibilidad" que ofrecemos, no os engañéis. ¿O es que hay alguien de vosotros que no haya pasado por una de estas amargas experiencias, con un familiar o consigo mismo? Derribemos esos "árboles de lo visible" para mostrar lo que ahora es el "bosque invisible" de la enfermeria, lo que realmene vale la pena visibilizar.